jueves, 1 de mayo de 2008

Nota de protesta de la CTC ante las mentiras vertidas por César Vidal en la cadena COPE


30.abril.2008

El pasado 22 de abril de 2008, los locutores de la cadena COPE Federico Jiménez Losantos y César Vidal en su programa radiofónico “La Mañana” hicieron una serie de comentarios sobre el Carlismo y las guerras carlistas totalmente inexactos, poco documentados e innecesariamente denigrantes no ya para los carlistas, sino incluso para cualquier español. A título ejemplificativo, el locutor César Vidal hizo las siguientes afirmaciones, entre otras:

“Carlos V era bastante bruto y estaba rodeado de una camarilla de indeseables, y en fin, creo que no peco contra la caridad cristiana hablando así”.

“Se dedicó a intrigar durante los años siguientes para evitar que la legalidad se cumpliera”.

“A saber lo que podía suceder en un país tan extraño como España”.

“Los carlistas practicaron el deporte de lanzarse al monte hasta 1936”.

“Los carlistas pretendían que la libertad era nefasta y peligrosa y que la igualdad era inaceptable entre los españoles y contraponían la desigualdad de los fueros”.

“Los carlistas aborrecen una cosmovisión de libertad y de igualdad”.

“El Carlismo acaba convirtiéndose en un fenómeno nefasto para la historia de España y sigue dando coletazos en sus hijos, el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco”.

La Comunión Tradicionalista Carlista protesta por las mentiras que César Vidal ha vertido desde los micrófonos del la COPE, respecto al origen de las guerras civiles del siglo XIX y al Carlismo.

Falsea unos hechos; oculta otros; en una palabra. Miente como lo saben hacer los corifeos de la Revolución.

Desde hace 175 años el Carlismo se viene oponiendo, a costa de grandes sacrificios, a la implantación de la Revolución en España. Una Revolución que cubriéndose con la bandera de la Libertad ha perseguido a la Iglesia, con mayor o menor intensidad pero sin descanso, desde su aparición en España. En todo ese tiempo, la Revolución no ha encontrado más resistencia, sea política o militar que la del Carlismo.

Todavía en 1936, al Carlismo le quedaron arrestos para colaborar de manera decisiva a la derrota de la República que perseguía sangrientamente a la Iglesia. Para participar en esa lucha, los carlistas olvidaron los agravios que le habían sido infringidos por el Ejército al que se unían y no plantearon más que tres exigencias: la primera que cesase la persecución a la Iglesia y se derogase toda la legislación anticatólica de la República.

Por eso la CTC ve con dolor cómo desde una emisora dependiente de la Conferencia Episcopal, se falsifica su historia y se difama y calumnia a sus antecesores. Y piensa que no es desmesurado exigir una reparación: la verdad y su honor lo requieren.

No es extraño que semejante cúmulo de mentiras y calumnias hayan partido de la boca de César Vidal. Protestante cuyo odio a la Iglesia se hace patente en su obra “El último ajusticiado”, en la que demuestra haberse quedado anclado en el siglo XVI y permanecer hoy ajeno a las relaciones entre la Iglesia y las que surgieron de la ruptura luterana. Lo triste es que pueda hacerlo desde una emisora de la que la Iglesia es dueña de la mayor parte.

Como católicos, aunque no hubiéramos sido ofendidos, lamentamos esa presencia en la emisora, así como la de otro locutor cuyo lenguaje, carente de toda corrección humana y, por lo tanto de caridad evangélica, escandaliza a muchos oyentes. En ambos casos se está sacrificando a la eficacia comercial el testimonio cristiano. Si luego nos van mal las cosas, no nos lamentemos.

ALGUNOS ARGUMENTOS HISTÓRICOS

Parece mentira que los defensores de la dinastía liberal no hayan progresado nada en sus argumentos anti-carlistas. Los que César Vidal ha empleado en la COPE para "demostrar" la ilegitimidad del movimiento carlista son los mismos que vienen empleando desde el siglo XIX.

1. SOBRE LA LEGITIMIDAD DINÁSTICA

El primero es afirmar que la ley sucesoria promulgada por Felipe V el 10 de mayo de 1713 era una copia de la ley Sálica, vigente en Francia desde tiempos inmemoriales y distinta de la tradición española.

La ley de Felipe V no era Sálica sino Semisálica, pues llamaba a reinar a las hembras en caso de que se extinguieran las líneas varoniles. Cierto es que modificaba la Ley de Partidas vigente en Castilla desde Alfonso X el Sabio, pero estaba de acuerdo con las leyes de Aragón y de Navarra. Al morir Carlos II se había producido la Guerra de Sucesión. Para evitar se repitiera el conflicto es para lo que Felipe V aceptó la petición de los procuradores, reunidos en cortes, y promulgó la nueva ley común a toda España.

Carlos IV convocó el 31 de mayo de 1789 Cortes para la jura del Príncipe Fernando. No las convocó para cambiar la ley sucesoria, luego los procuradores no tenían poder de sus representados para ello. No obstante la carencia de poderes para ello, las Cortes solicitaron, el 30 de septiembre de 1789, la revocación de la Ley Fundamental del 10 de mayo de 1713. Carlos IV no sancionó jamás tal petición y la nueva ley no se promulgó. El rechazo de Carlos IV a la misma se demuestra en que en la Novísima Recopilación, aprobada por cédula real del 15 de julio de 1805 insertó como ley sucesoria la de 1713.

El 29 de marzo de 1830 Fernando VII pretendió que su hija Isabel le sucediera en el trono. Para ello promulgó la “Pragmática Sanción con fuerza de ley decretada por el Señor D. Carlos IV a petición de las Cortes de 1789, y mandada publicar pos S.M. reinante”. Dentro del texto aseguró que se limitaba a publicar “lo resuelto a ella por el Rey mi querido padre”. Falsedad flagrante por lo que ya hemos visto. La Pragmática Sanción carecía de todo valor legal desde el momento que afirmaba basarse en algo que no se dio.

La ocupación del Trono de España por la descendencia de Fernando VII fue una usurpación.

- Lo reconocen la Regente D.ª Cristina en carta que el 27 de abril de 1842 dirige a su hija Isabel.

- La misma Infanta Carlota confesó, años después, al General don Jaime Ortega y Ollita su participación en las maniobras que sancionaron la usurpación, lo que le movió a pasarse al campo carlista y protagonizar el intento de San Carlos de la Rápita a favor de D. Carlos VI. Parecida confesión hizo en su lecho de muerte a sus hijos y al P. Fulgencio que le administraba los Sacramentos.

- Doña Isabel, desterrada en París, se entrevistó repetidas veces don D. Carlos VII, deseando encontrar una solución al desaguisado producido por su padre Fernando, cuarenta años antes.

Este complejo de que estaban usurpando el trono perduró en los descendientes de Dª. Isabel. Así D. Alfonso se quedó sin respuesta cuando, en septiembre de 1931, D. Jaime I le preguntó en París: ¿Con qué derecho habéis reinado en España tú y los tuyos?

La manera con que D. Juan Carlos suplantó a su padre demuestra que en esa familia existe la convicción de que su presencia en el Trono no se debe a derechos sino a hechos de fuerza.

- Don Salustiano Olózaga, que tanta influencia tuvo en la corte de Dª. Isabel, en sesión de Cortes del 29 de enero de 1855, pronunció un largo discurso en el que demostraba que los derechos de D. Carlos V estuvieron en vigor hasta que “la nación, haciendo alarde de que su previsión sola es la ley suprema, que es soberana y que es omnipotente, excluyó a D. Carlos y a sus hijos”.

- Don José Sánchez Guerra, ultimo jefe del partido conservador de la monarquía intrusa, en nota que dirigió a D. Alfonso, fechada en San Sebastián el 19 de septiembre de 1926 negaba “derecho y autoridad LEGAL Y MORAL a la rama de la familia Borbón, QUE AHORA OCUPA EL TRONO, para instaurar una monarquía personal y patrimonial”.

- Don Niceto Alcalá Zamora, que había sido ministro de D. Alfonso, siendo Presidente de la República, presidió en Bilbao, el 2 de mayo de 1933, la anual fiesta anticarlista de los liberales bilbaínos. En su discurso dijo que “la rama victoriosa de las luchas dinásticas debió su trono, más que a las pragmáticas vacilantes de Fernando VII, a los ejércitos liberales y a los elementos democráticos del País”.

Dª. Isabel y sus descendientes han carecido de todo derecho para ocupar el Trono de España. Han sido conscientes que lo hacían como meros instrumentos de la Revolución. Y como instrumentos encubridores de la misma se han portado durante 175 años. La actuación de D. Juan Carlos hoy es la prueba más clara.

2. SOBRE LA PERSONA DE DON CARLOS

Es mentira que D. Carlos V fuera un “bruto y ambicioso”. El General liberal Marqués de Mendigorría en su obra “Mis Memorias íntimas” formula el siguiente juicio sobre él: ”Distinguióse aquel Príncipe desde los primeros años por una probidad y honradez verdaderamente intachables, por el sentimiento de rectitud que guiaba todos los actos de su vida... Creo positivamente que si en la conciencia de D. Carlos hubiera penetrado la convicción de que los derechos a la corona eran patrimonio de la hija de su hermano el Rey Fernando, no habría tenido Doña Isabel en todo su reinado súbdito más fiel y obediente , defensor más constante y decidido.”

Es mentira que D. Carlos firmara en Portugal en enero de 1833 un documento como “yo el Rey”. D. Carlos salió de Madrid el 16 de marzo de 1833. D. Carlos se abstuvo de toda acción política mientras vivió su hermano. Eso lo reconocen historiadores liberales. Y de eso le acusamos los carlistas.

3. SOBRE EL CARLISMO Y LOS CARLISTAS

Es más que una frivolidad afirmar que los carlistas eran aficionados al “deporte de lanzarse al monte”. Los carlistas eran conscientes de los peligros y sacrificios que para ellos suponía levantarse contra la Revolución. Lo hicieron en toda España en tres ocasiones: en 1833, en 1872 y en 1936. Por el contrario, los políticos y militares liberales protagonizaron diez y siete pronunciamientos. Hemos conocido a miembros de familias que aún estaban padeciendo las estrecheces que les supuso la derrota de 1876 y no dudaron en volver a levantarse en 1936. Lo hicieron porque se lo reclamaba el deber de salvar a la Patria de las garras de la Revolución.

Es mentira que los carlistas defendían que la Ley Sálica no se podía cambiar. Defendían que no se había cambiado, pues lo que hizo Fernando VII carecía de todo valor.

Jamás afirmaron los carlistas que la libertad fuera "nefasta". Rechazaban la libertad abstracta que figuraba en los papeles y que mataba las libertades concretas que la Tradición sancionaba.

Sí es cierto que afirmaban que la igualdad era, y es, imposible. Y los hechos les han dado la razón. Da lo mismo que se trate de regímenes comunistas que de liberales. La misma Constitución de 1812 exigía que sólo pudieran ser diputados quienes tuvieron “una renta anual proporcionada, procedente de bienes propios”; los ricos.

Finalmente es mayor mentira que los nacionalismos nazcan del Carlismo. Al contrario, los nacionalismos surgen a final del siglo XIX, cuando algunos catalanes y vascos quieren defenderse de los abusos de los gobiernos liberales. Y lo hacen por un camino equivocado: admitiendo la mentira liberal de que “la nación es dueña absoluta de sus destinos”. Prueba más clara del origen liberal de los nacionalismos no se puede encontrar.

29 de abril de 2008

Comunión Tradicionalista Carlista

Junta de Gobierno

email: carlistas@carlistas.es

2 comentarios:

AMDG dijo...

A ver cómo responden los mitrados jefes de los prot-agnósticos.

Un saludo

Anónimo dijo...

Fácil: no responden y punto.