lunes, 22 de septiembre de 2008

Homenaje a Manuel María González y compañeros voluntarios realistas

El domingo, 21 de septiembre, han tenido lugar en Talavera de la Reina los actos conmemorativos del primer pronunciamiento carlista en dicha ciudad en 1833. Se ha celebrado una Santa Misa en el Convento de las Madres Bernardas a cargo del fraile carmelita P. Jordi Gil, de cuyas exhortaciones los presentes habrán retenido con mayor fuerza su declaración de que a un creyente en el ideal de Dios, Patria y Rey lo que hoy se le pide es dar la vida, y las peticiones por D. Manuel María González y carlistas que le siguieron en su suerte.

A continuación, en la Plaza del Reloj, tres oradores se han dirigido a los presentes y se ha procedido al descubrimiento de una placa conmemorativa del primer pronunciamiento carlista, que desde su instalación ha despertado el lógico interés en los talaveranos y cuya foto se puede ver junto a estas líneas.

Transcribimos el breve texto leído en el acto de homenaje a D. Manuel María González y compañeros voluntarios realistas:

"Manuel María González y compañeros voluntarios realistas… La misma llama que animaba los corazones de aquellos fieles os ha traído hasta aquí, la identificación con sus ideales, el noble deseo de honrar su memoria.

Casado y con hijos, tras conocer la muerte de Fernando VII, no esperó, no sopesó, no dudó. Émulo de Guzmán el Bueno, no advirtió a sus hijos que se quedasen en casa, ni puso a buen recaudo sus posesiones. En este mismo lugar, muy probablemente según los testimonios que conocemos, como Comandante de voluntarios realistas su conciencia le exigió definirse ante la pasividad de las autoridades municipales.

No actuó por mera preferencia dinástica, ni por espíritu de partido. Reunió a los voluntarios defensores del Trono Católico de la localidad y alrededores, que durante años se habían batido en defensa de Dios y de la Monarquía, y por varios días trató de despertar en los españoles talaveranos el celo adormecido por el Trono que amaron sus mayores.

No lo logró. Huyó ante la proximidad de las fuerzas liberales y el peso de la nueva “libertad” que comenzaba a introducirse en España cayó sobre él. Él y sus dos hijos fueron fusilados, sin previo juicio. Tremendo ejemplo para nuestros días.

Su arrojo, sin embargo, prendió desde Irún hasta Tarifa, y como en 1808 y 1820, España se llenó de voluntarios cuyos pechos se abrieron para albergar la misma llama a la cual M. M. González no dudó en sacrificar su vida y la de los suyos. Vástagos de Pelayo y de Cortés, de Viriato y de Gonzalo Fernández, santificaron con su sangre derramada desde Rosas a Ayamonte y desde Cádiz hasta Asturias el suelo de nuestra Patria. Sangre que grabó en versos indelebles el amor de los españoles por su Dios, por su Patria y por su Rey.

Hoy, 175 años e incontables avatares después, nos sentimos deudores de su ejemplo y herederos de su memoria:

Ni cansancio que nos doblegue,
ni obstáculo que nos detenga,
ni fracaso que nos desmaye,

175 años después, voluntarios defensores y amantes de Dios, la Patria y el Rey, mientras alimentemos el ascua que animó a Manuel María González y compañeros voluntarios realistas la Causa no morirá; mientras mantengamos viva la esperanza en que un rey digno de ese nombre tremolará la bandera mil veces condecorada en la fidelidad y el sacrificio de tantos; mientras perseveremos, humildes, de rodillas ante Dios depositando nuestros anhelos, ilusiones y miserias, llegará el día en que el fruto entre en sazón.

Hoy, 175 años después, seguimos creyendo con Manuel María González y compañeros voluntarios realistas que la España que él no dudó defender no puede morir y gritamos con él:

¡Viva España!
¡Viva el Rey legítimo!"

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