
Queridísimos Pascuala, hijos e hijas:
Llegó mi fin sin haber podido resolver, mas ya no hay remedio y me despido de vosotros hasta la eternidad. Mi testamento y codicilo quedaron hechos en poder del escribano de casa Prats. Nada tengo que deciros sino que despreciéis el mundo, y siempre penséis en Dios y que una muerte repentina es lo peor que puede suceder, porque es difícil que sobrevenga en gracia.
Rafael parece que se reunirá con vosotros, Dios lo haga y que tenga presente este acontecimiento para que viva con arreglo a los preceptos de su Divina Majestad y quedad seguros que sé que voy a morir y todo lo espero en la misericordia de nuestro Creador.
Cuídate para consolar nuestros hijos y enséñales el camino del cielo. Haz que se digan muchas misas por mi alma encomendándome a Dios. Perdóname y yo perdono a todos.
Jamás os venguéis de nadie, ni tengáis rencor, amad a vuestros enemigos que es precepto de Dios. No penséis en mi sino para encomendar mi alma al Creador y pues querida mujer mía, tiernísimos hijos de mi corazón, voy a ser pasado por las armas, solo me resta pedir a Dios misericordia. Os doy mi bendición con el auxilio de Dios y pedir que me perdone en todo. Adiós en nombre de la Santísima Trinidad, Viva el Corazón de Jesús.
Noche del 23 de Diciembre de 1833
Firmado y Rubricado
Rafael Ram de Viu y Pueyo
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