lunes, 27 de julio de 2009

LA SEMANA TRÁGICA CIEN AÑOS DESPUÉS

Se está cumpliendo el centenario de los sucesos conocidos como la semana trágica de Barcelona. La historia parece repetirse en alguno de sus aspectos: Nos llegan noticias sobre cómo algunos vuelven a jugar con fuego... y parece que no han aprendido las tristes lecciones que la historia nos ofrece.

Entonces el carlismo, cuando a penas hacía unos días que había muerto el rey Carlos VII, tuvo una actuación destacadísima en defensa de la Iglesia y de la Fe ¿Nos encontrarán las nuevas (o viejas)situaciones preparados para afrontarlas como debemos?

Así relata el gran historiador del carlismo Melchor Ferrer el heroico papel que los carlistas de Barcelona desempeñaron en aquellos luctuosos días:

“Desguarnecida Barcelona, con un ambiente caldeado, exaltada la opinión, la huelga general de 1909 derivó rápidamente a su propio fin, un movimiento revolucionario de tipo anarquista, ya que no se vio detrás del mismo ni siquiera un embrión de Gobierno o Comité responsable. En estas condiciones no es de extrañar el asalto de conventos e iglesias, por sí indefensas, pero no atacando los cuarteles, que no estaban mucho más defendidos. Pero en los cuarteles, pocos o muchos, había soldados con arma; en los conventos e iglesias no las había y, además, se saciaba el ansia de robo y rapiña, y el furor anticlerical quedaba satisfecho.

El partido carlista jugó también su papel en aquellas jornadas. Desde el primer momento se pusieron a las órdenes de sus jefes los muchachos del batallón de la Juventud que, junto con otros correligionarios, estaban dispuestos a operar donde fuesen llamados. El incendio del Patronato Obrero Carlista de Santa Marona, en la barriada del Poble Sec, hizo que se atendiera a la defensa de los Círculos Carlistas, muy abundantes entonces en Barcelona. Por otra parte, al darse cuenta de las humaredas que señalaban otros tantos edificios religiosos incendiados, las llamadas a los carlistas, por avisos constantes se sucedieron repetidamente. Los carlistas podían asegurar sus Círculos con guardias armados de fusiles, pero no podían trasladarse a un convento llevando armas, pues se lo impediría la fuerza pública. Hubo un carlista que por haber sido encontrado con un arma, en el corto trayecto que iba del Círculo Central Tradicionalista al Convento de Franciscanos de Ntra. Sra. de la Ayuda, fue a dar con sus huesos en los calabozos de Montjuich, a pesar de probar su filiación carlista y que estaba de servicio en la defensa del convento.

[…] Así el servicio de guardia en el Círculo Tradicionalista, situado en la Riera de Sant Joan, pudo advertir por el vocerío de que una multitud se dirigía a la iglesia de San Francisco de Paula. Cuando los revolucionarios habían lanzado ya petróleo en las puertas de la iglesia, salió del cuerpo de guardia, que estaba en el zaguán y patio del Círculo Central, una sección carlista, que disparó contra los incendiarios. Se entabló un tiroteo, pero viendo los revolucionarios que los carlistas avanzaban sobre ellos, huyeron dejando un herido grave en el suelo, así como lastas de petróleo. Los carlistas apagaron el fuego iniciado en la iglesia, que quedó salvada, como quedó salvado por esta intervención el Colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, sito en la calle Alta de San Pedro.
Otra intervención de los carlistas fue en el convento de San Felipe Neri, en la plaza del mismo nombre. Allí pudieron proporcionar los religiosos unos fusiles “Remigton” con municiones, y tomó la dirección el canónigo doctor Salas Teixidor, que se hallaba en Barcelona accidentalmente, en relación con los funerales que se preparaban para don Carlos. Dos fueron las tentativas de los revolucionarios contra San Felipe Neri. La primera en la noche del martes al miércoles, en que saquearon el cuartelillo de la Guardia Municipal que había en la citada plaza, de la cual fueron ahuyentados con algunos disparos; y, en la noche del miércoles al jueves, que fue la tentativa más directa contra el convento, cruzándose tiros entre los carlistas defensores y revolucionarios atacantes, siendo al fin éstos rechazados, dejando en el suelo un muerto.
A las puertas de Barcelona estaba entonces como Municipio independiente el pueblo de Sarriá. Esta población siempre había tenido fama de ser muy carlista, sobre todo en su elemento obrero. Consecuencia de ello era que el Ayuntamiento fuese de marcado sabor carlista, sea en mayoría o en minoría de concejales. El alcalde de Sarriá, Fererras, levantó el somatén al conocer los disturbios de Barcelona y llamó a los jóvenes carlistas del Círculo de la localidad. Éstos, como muchos somatenistas, que eran carlistas, acudieron tocados de boina roja. Organizase la defensa del pueblo, así como del Monasterio de Pedralbes, con tanta fortuna, que todas las veces que los revolucionarios, procedentes de los barrios de la Bonanova y San Gervasio, intentaron aproximarse a los límites del término municipal de Sarriá, fueron alejados y la localidad quedó libre de atropellos y violencias.”

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