miércoles, 11 de agosto de 2010

RECUERDOS DE UN REQUETÉ DEL TERCIO DEL PILAR

Recuerdos de un requeté del Tercio del Pilar.


El Tercio de Requetés Ntra. Sra. Del Pilar, en el avance del frente de Aragón hacia Cataluña perdió muchos de sus efectivos y al no tener voluntarios para cubrir las bajas se tenía que deshacer. Era una lástima por su historial. Después de varias gestiones se encontró una solución. El Tercio de Ntra. Sra. de Montserrat tenía una Compañía de depósito de 400 voluntarios para formar el Tercio de San Jorge, sin historial, ya que tenía que formarse y decidieron rehacer el Tercio del Pilar, mandaron a éste 120 hombres, que era el efectivo que se necesitaba para cubrir sus bajas, o sea, 30 catalanes a cada compañía y así quedó rehecho el Tercio del Pilar.

Para acoplarlo se buscó una finca muy grande en las inmediaciones de Balaguer, a dos kilómetros. Allí se hacía instrucción, guerrillas, tiro, etc. A los quince días fue dado de alta y trasladado de Balaguer a la cabeza de puente, 10 kilómetros de largo, de Camarasa a Vallfogona, y de fondo 8 km., de Balaguer a Asentiu.

Cada 15 días teníamos que efectuar relevo, algo que no se cumplió. Al efectuar el primer relevo, a los dos días, tuvimos que incorporarnos, pues el enemigo les atacó y perdían la posición. Reestablecida ésta, quedamos en su defensa y la siguiente pasó lo mismo, así que protestamos al Mando que el Tercio estaría permanentemente en la cabeza de puente.

El día 25 de julio, cuando los rojos cruzaron el Ebro, estábamos a punto de celebrar la Santa Misa. Empezó un bombardeo artillero que duró más de una hora con obuses de 12 x 40 por toda la cabeza de puente. Tuvimos algunas bajas. Pasado el bombardeo vinieron diez tanques, cuatro de ellos atacaron todas las posiciones con terreno llano. Nos pasaban por encima y, al pasar, les tirábamos botellas con líquido inflamable y allí se quedaron con la tripulación dentro. Los otros seis marcharon por la carretera hacia Balaguer. Había un antitanque dentro de un parapeto para defender la carretera. Al hacerles fuego los tanques, con los cañones y ametralladoras, los aniquilaron quedándose el sargento sólo. Cuando el último tanque pasó a su altura, sacó el antitanque del parapeto. Él solo se cargó a los seis tanques y fue condecorado por ello por el Generalísimo.

Al pasar lista se nos informó de la muerte del tirador del fusil ametrallador de la 1ª Cía., el Sr. Paniagua, pasando a ocupar su puesto el primer proveedor, Domingo Ripoll.

A los pocos días del mes de agosto hubo una falsa alarma. Era a medianoche cuando el centinela dio el “alto ¿quién vive?” y al no contestar, tiró una bomba que fue contestada por todo el frente. Llegó el teniente y gritó “¡alto el fuego!” y quedó todo parado. La causa de todo fue que por donde transcurre la carretera que va a Balaguer hay un campo de olivos, el terreno es inclinado y los olivos sufrieron una helada y se quemaron a nivel del suelo, y como los troncos eran muy grandes se cortaron las ramas y quedaron los troncos; del suelo salieron rebrotes y los labradores dejaron dos o tres de ellos en cada tronco, al hacer viento aquellos rebrotes se habían hecho grandes y con el viento se movían y los troncos parecían personas. Esto fue lo que pasó y causó la confusión.

Entre la posición del enemigo y la nuestra había una paridera y ésta tapaba la posición y como no se veía estábamos derechos, sin preocuparnos. Pero un buen día, por la noche, se quedó un enemigo detrás de la paridera y nos causó una baja. Al día siguiente el sargento pidió voluntarios y la paridera desapreció.

Durante el mes de agosto, en la cabeza de puente, cambiamos las posiciones. Los que guarnecían la parte de Camarasa se trasladaron a Vallfogona, y de esa manera conocías toda la cabeza de puente. En la parte de esta última población se hizo la permanencia más acogedora. En la parte del río el agua te cubría unos cuatro palmos y allí nos bañábamos los contendientes de los dos ejércitos, cambiándonos el tabaco y el papel de fumar ¡Aquello no era guerra! Allí había mucha huerta y no se cosechaba nada, yo en la chabola llegué a tener medio saco de nueces. La gente se había marchado, estaba todo en manos de los dos contendientes. Pasamos los días que estuvimos allí como si no hubiera guerra.

La vida en la cabeza de puente era muy aburrida, por eso pedíamos ir al frente, teníamos ganas de combatir.

Con los compañeros de la cocina estábamos muy ligados. Ellos fueron los primeros que se enteraron que saldríamos para el frente a mediados de septiembre. Un día cuando fuimos a cenar nos dijeron que tenían órdenes de recoger todos las cacharros de la cocina para marchar, y así fue.

Cenamos y después el sargento nos dijo que nos preparáramos porque en dos horas saldríamos para el frente. Los compañeros de la cocina nos dijeron que en la hoja de ruta que les habían dado se les indicaba la dirección de Batea, y hacía allí se marcharon.

Al cabo de dos horas llegaron los camiones, se formó la caravana y salimos…

El servicio de inteligencia del ejército había detectado movimiento de fuerzas por Vilanova de la Barca. Se puso en acción el espionaje y se supo que el enemigo estaba proyectando una incursión entre Balaguer y Menarguens. Entre estas dos poblaciones había una gran alambrada de cinco tiras de alambre y cada cinco o seis metros uno de traveseras que unía las piquetas y terminaba clavado al suelo. Por esta alambrada no podía pasar un mosquito y habían comprobado que no había ninguna fuerza por lo que decidieron hacer una incursión por este lugar.

El espionaje dio su resultado. Se supo que en la carretera que cruza el río Segre había preparada la siguiente fuerza: Dos medias Brigadas, un escuadrón de Caballería, diez tanques y una Compañía de pontoneros.

La incursión debía de hacerse aquella madrugada y el Tercio acababa de salir para el frente del Ebro. Mandaron a dos motoristas, interceptando su viaje y retornaron al lugar que los motoristas les indicaron.

Hecha la maniobra para retornar, llegaron al lugar indicado por los motoristas. El Comandante prohibió que nadie fumara, ni que se encendieran mecheros ni que se hablara alto. Ordenó que todo el mundo ocupara su lugar y esperara que el enemigo apareciera, sin tirar un tiro hasta que él diera la señal. Cuando él tirara la bomba, ¡todo a discreción! Mientras, mandó una escuadra que bajara a espiar lo que hacían.

Al cabo de un rato subió la escuadra y comunicó que tenían hecho un metro de puente.

Cuando empezó a amanecer aparecieron los tanques, subían a dos de fondo.

Al llegar a las alambradas los dos primeros tanques se pararon y abrieron las puertas, comprobaron con unos aparatos la alambrada, que no hubiera electricidad. Hecha la comprobación cerraron la puerta, y en ese momento el Comandante tiró la bomba. Los lanzadores de botellas de líquido inflamable tiraron a los cuatro tanques que estaban en las alambradas, quedando incendiados con la tripulación dentro; los otros seis que estaban más lejos dieron media vuelta hacia el río.; la infantería que subía detrás de los tanques quedó diezmada: muertos, heridos…solamente se oían gemidos y quejas de dolor.

Al llegar abajo del río los seis tanques, subió la caballería creyéndose que los cuatro primeros tanques eran para cortar y retirar las alambradas y se encontraron con que las alambradas estaban en su sitio. Fue un desastre para la caballería y sus jinetes.

Al cabo de una hora apareció la aviación que bombardeó toda la cuenca del río. No se oía nada más que “¡ay, ay, ay!”. Finalmente corrió la voz que rápidamente abandonaran el canal los que estaban dentro. Habían abierto las compuertas de los pantanos de Tremp y de Camarasa y bajaba un frente de agua de siete metros de altura y esto fue el final: no quedó nada de esta “escena”, todo se fue al Ebro…

DOMINGO RIPOLL PALLISÉ (+ 3-01-2008)

Requeté del Tercio del Pilar

Mora d´Ebre. Diciembre de 2005

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