lunes, 4 de marzo de 2013

MANUEL POLO Y PEYROLÓN


Memorias de una figura clave del Carlismo valenciano
por Javier Urcelay

Manuel Polo y Peyrolón fue una figura destacada del panorama intelectual español de la última década del s. XIX y primera del siglo XX, y un nombre clave en la historia del carlismo valenciano.
Nacido el 11 de junio de 1846 en Cañete (Cuenca), estudió Derecho y Filosofía en las universidades de Valencia y de Madrid y con sólo 24 años ganó por oposición la cátedra de Instituto de la asignatura de Psicología, Lógica y Ética, que desde 1879 ejerció en el Instituto de Valencia. Fue en esta ciudad donde residió la mayor parte de su vida y donde desarrollo su labor intelectual y política, hasta el punto de haber sido considerado “el mejor defensor de la identidad tradicional valenciana”.

Catedrático, escritor y publicista católico, fue sin embargo la consagración a la causa política del Carlismo la que marcó la personalidad de Polo y Peyrolón. Es esta faceta de político carlista la que se contiene en unas Memorias Políticas hasta ahora inéditas, en las que he trabajado en los últimos dos años y que publicará la editorial Biblioteca Nueva en breve.

Las Memorias Políticas de Polo y Peyrolón abarcan un período particularmente interesante de la historia del Carlismo, el comprendido entre 1870 y 1913, si bien más propiamente su comienzo habría que situarlo en 1880, cuando Polo saca la cátedra del Instituto de Valencia y traslada su residencia a la capital del Turia.
Tras la derrota militar en la última guerra y el paso de los combatientes a Francia en 1876, el Carlismo inició un período de declive que estuvo a punto de conducir a su desaparición. El nombramiento del marqués de Cerralbo como Delegado de Carlos VII en España, en 1890, supuso una progresiva inversión de la tendencia. A través de una incansable actividad propagandística y la proliferación de nuevas formas de acción política, el carlismo inició un proceso de modernización que le dotó de una sólida organización interna y le permitió movilizar una amplia base social.

La oportunidad pareció presentarse en la gran crisis nacional finisecular que desembocó en la pérdida de Cuba y las Islas Filipinas. El Carlismo entró en efervescencia y el triunfo se le puso al alcance de la mano. Sin embargo, oscuras circunstancias hicieron que la oportunidad se malograra.
El mazazo de la ocasión perdida fue casi equivalente a lo que dos décadas antes había supuesto la derrota militar. El pesimismo, la frustración y el abatimiento volvieron a posesionarse de las masas y los cuadros del partido carlista, y tuvieron que pasar varios años para que volvieran a levantarse los ánimos. Este renacer del carlismo coincidió con el declive personal de don Carlos y con el ascenso de la nueva figura de su hijo don Jaime, que parecía representar una nueva vitalidad.

Todo este periodo, que cubre prácticamente treinta años de historia nacional, es el telón de fondo de las Memorias Políticas de Polo y Peyrolón, testigo privilegiado y protagonista de primera de aquella etapa del Carlismo a nivel nacional pero muy especialmente del Carlismo valenciano, probablemente el de mayor respaldo popular y mejor organizado en aquellos años.

Por las páginas de las Memorias de Polo desfilan los prohombres del catolicismo social y el carlismo valenciano como el P. Vicent, Rafael Rodríguez de Cepeda, Joaquín Llorens, el general Reyero, Manuel Simó, Luís Lucía, Juan Luís Martín Mengod etc; el Círculo Central de la calle Gil Polo nº 1, el de la calle del Mar  y los casinos abiertos en casi todas las poblaciones valencianas; los avatares electorales, los aplechs y veladas que congregaron multitudes en Aldaya, Algemesi, Gandía etc; o los periódicos carlistas regionales como El Centro y El Guerrillero, que editaba la Juventud del partido.
La dialéctica entre los mestizos y los carlistas puros; los intentos de unión de los católicos -a través de los Congresos y los Círculos de obreros católicos, la Liga y la Unión Católica- impulsada por el Vaticano y el episcopado bajo la consigna del ralliement , aceptando las instituciones liberales, y que encontraron en Polo un firme opositor;  la reorganización del partido bajo la primera dirección de Cerralbo; la crisis nacional derivada de la pérdida de las Colonias, el alzamiento frustrado y la gran ocasión perdida; el nacimiento de los nacionalismos periféricos, o los orígenes de la escisión mellista, son algunos de los capítulos sobre los que las Memorias ofrecen nuevos datos que ayudaran a comprender mejor como, decenios más tarde, el Carlismo se convertiría en el núcleo aglutinador del conjunto de la derecha valenciana durante la II República.. 
 
En todos estos temas, Polo adoptó posiciones de intransigencia, en momentos en que los perfiles del carlismo amenazaban con desdibujarse al conjuro de los tiempos y la evolución social.
Si el Carlismo se mantuvo como fuerza política en la región valenciana le debe mucho a Polo, que evitó su disolución en la Liga, la Unión Católica u otras formas de colaboración con supuestos afines que la historia ha demostrado a qué puertos condujeron.

Junto a ello, las Memorias de Polo ofrecen otros aspectos de particular interés, como el relato de los cuatro periodos en los que convivió con don Carlos y su esposa doña Berta, desvelando aspectos poco conocidos de la vida privada familiar, y las 47 cartas del rey le dirigió entre 1895 y 1907 y que permanecían desconocidas hasta la fecha.

Don Manuel Polo y Peyrolón falleció en su casa de Valencia el 28 de marzo de 1918. El diario ABC de Madrid publicó el día 30 una escueta necrológica: “En Valencia ha fallecido el senador del Reino y catedrático de Psicología del Instituto de aquella capital, D. Manuel Polo y Peyrolón. Fue notable publicista y constantemente, en la Alta Cámara, en la Prensa, en la tribuna y en la cátedra defendió los principios de la moral cristiana”.

La publicación de las Memorias Políticas de Polo y Peyrolón permitirá recuperar la figura de quien durante años fue Jefe regional de Valencia y leer un relato apasionante de unos años clave de la historia del Carlismo nacional y levantino.


                                                                                  


No hay comentarios: