Memorias de una figura clave
del Carlismo valenciano
por Javier Urcelay
Manuel Polo y Peyrolón fue una
figura destacada del panorama intelectual español de la última década del s.
XIX y primera del siglo XX, y un nombre clave en la historia del carlismo
valenciano.
Nacido el 11 de junio de 1846
en Cañete (Cuenca), estudió Derecho y Filosofía en las universidades de
Valencia y de Madrid y con sólo 24 años ganó por oposición la cátedra de
Instituto de la asignatura de Psicología, Lógica y Ética, que desde 1879
ejerció en el Instituto de Valencia. Fue en esta ciudad donde residió la mayor
parte de su vida y donde desarrollo su labor intelectual y política, hasta el
punto de haber sido considerado “el mejor defensor de la identidad tradicional
valenciana”.
Catedrático, escritor y
publicista católico, fue sin embargo la consagración a la causa política del
Carlismo la que marcó la personalidad de Polo y Peyrolón. Es esta faceta de
político carlista la que se contiene en unas Memorias Políticas hasta ahora inéditas,
en las que he trabajado en los últimos dos años y que publicará la editorial
Biblioteca Nueva en breve.
Las Memorias Políticas de
Polo y Peyrolón abarcan un período particularmente interesante de la historia
del Carlismo, el comprendido entre 1870 y 1913, si bien más propiamente su
comienzo habría que situarlo en 1880, cuando Polo saca la cátedra del Instituto
de Valencia y traslada su residencia a la capital del Turia.
Tras la derrota militar en la
última guerra y el paso de los combatientes a Francia en 1876, el Carlismo
inició un período de declive que estuvo a punto de conducir a su desaparición.
El nombramiento del marqués de Cerralbo como Delegado de Carlos VII en España,
en 1890, supuso una progresiva inversión de la tendencia. A través de una incansable
actividad propagandística y la proliferación de nuevas formas de acción
política, el carlismo inició un proceso de modernización que le dotó de una
sólida organización interna y le permitió movilizar una amplia base social.
La oportunidad pareció
presentarse en la gran crisis nacional finisecular que desembocó en la pérdida
de Cuba y las Islas Filipinas. El Carlismo entró en efervescencia y el triunfo
se le puso al alcance de la mano. Sin embargo, oscuras circunstancias hicieron
que la oportunidad se malograra.
El mazazo de la ocasión
perdida fue casi equivalente a lo que dos décadas antes había supuesto la
derrota militar. El pesimismo, la frustración y el abatimiento volvieron a
posesionarse de las masas y los cuadros del partido carlista, y tuvieron que
pasar varios años para que volvieran a levantarse los ánimos. Este renacer del
carlismo coincidió con el declive personal de don Carlos y con el ascenso de la
nueva figura de su hijo don Jaime, que parecía representar una nueva vitalidad.
Todo este periodo, que cubre
prácticamente treinta años de historia nacional, es el telón de fondo de las
Memorias Políticas de Polo y Peyrolón, testigo privilegiado y protagonista de
primera de aquella etapa del Carlismo a nivel nacional pero muy especialmente del
Carlismo valenciano, probablemente el de mayor respaldo popular y mejor
organizado en aquellos años.
Por las páginas de las
Memorias de Polo desfilan los prohombres del catolicismo social y el carlismo
valenciano como el P. Vicent, Rafael Rodríguez de Cepeda, Joaquín Llorens, el
general Reyero, Manuel Simó, Luís Lucía, Juan Luís Martín Mengod etc; el
Círculo Central de la calle Gil Polo nº 1, el de la calle del Mar y los casinos abiertos en casi todas las
poblaciones valencianas; los avatares electorales, los aplechs y veladas que congregaron multitudes en Aldaya, Algemesi,
Gandía etc; o los periódicos carlistas regionales como El Centro y El Guerrillero,
que editaba la Juventud
del partido.
La dialéctica entre los
mestizos y los carlistas puros; los intentos de unión de los católicos -a
través de los Congresos y los Círculos de obreros católicos, la Liga y la Unión Católica- impulsada por
el Vaticano y el episcopado bajo la consigna del ralliement , aceptando las instituciones liberales, y que encontraron
en Polo un firme opositor; la
reorganización del partido bajo la primera dirección de Cerralbo; la crisis nacional
derivada de la pérdida de las Colonias, el alzamiento frustrado y la gran
ocasión perdida; el nacimiento de los nacionalismos periféricos, o los orígenes
de la escisión mellista, son algunos de los capítulos sobre los que las
Memorias ofrecen nuevos datos que ayudaran a comprender mejor como, decenios
más tarde, el Carlismo se convertiría en el núcleo aglutinador del conjunto de
la derecha valenciana durante la II República. .
En todos estos temas, Polo
adoptó posiciones de intransigencia, en momentos en que los perfiles del
carlismo amenazaban con desdibujarse al conjuro de los tiempos y la evolución
social.
Si el Carlismo se mantuvo como
fuerza política en la región valenciana le debe mucho a Polo, que evitó su
disolución en la Liga ,
la Unión Católica
u otras formas de colaboración con supuestos afines que la historia ha
demostrado a qué puertos condujeron.
Junto a ello, las Memorias de Polo ofrecen
otros aspectos de particular interés, como el relato de los cuatro periodos en
los que convivió con don Carlos y su esposa doña Berta, desvelando aspectos
poco conocidos de la vida privada familiar, y las 47 cartas del rey le dirigió
entre 1895 y 1907 y que permanecían desconocidas hasta la fecha.
Don Manuel Polo y Peyrolón falleció
en su casa de Valencia el 28 de marzo de 1918. El diario ABC de Madrid publicó
el día 30 una escueta necrológica: “En Valencia ha fallecido el senador del
Reino y catedrático de Psicología del Instituto de aquella capital, D. Manuel
Polo y Peyrolón. Fue notable publicista y constantemente, en la
Alta Cámara , en la Prensa , en la tribuna y en
la cátedra defendió los principios de la moral cristiana”.
La publicación de las
Memorias Políticas de Polo y Peyrolón permitirá recuperar la figura de quien
durante años fue Jefe regional de Valencia y leer un relato apasionante de unos
años clave de la historia del Carlismo nacional y levantino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario