sábado, 26 de enero de 2008

SOBRE EL LAICISMO EN LA ESCUELA. SE DIJO EN 1913 Y SE PODRÍA REPETIR AHORA.


ALOCUCIÓN PROTESTA DE DON JAIME

Biarritz, 26 de abril de 1913.


El decreto relativo a la enseñanza de la doctrina cristiana me parece una insensatez, de la que protesto con todas las energías de las que soy capaz, como español, como católico y como Caudillo de la Comunión Tradicionalista.

Los gobernantes que han puesto esta disposición a la firma del Jefe del Estado, no se dan cuenta de la responsabilidad que han contraído.

No es lícito que por el deseo de halagar a unas izquierdas inconscientes se produzca el trastorno de la Patria, suscitando enconos religiosos, y considero verdaderamente inaudito que, en nombre de la democracia, se imponga una ley que nadie pidió y lastima los sentimientos de muchos, una ley que no responde a ninguna necesidad, cuando se han visto precisados a dictarla contra el Concordato y a espaldas de las Cortes, que la Constitución erigió en soberanas.

Advierto desde hace algún tiempo cierto afán de desnaturalizar a España política y religiosamente, imponiendo exóticos extranjerismos que repugnan al pueblo español, tan amante de sus tradiciones, de su personalidad y de su independencia.

Para luchar contra esta orientación, como para defender los sagrados principios que integran nuestra bandera, siempre ocuparé mi puesto, y la España católica puede disponer hasta de la última gota de sangre que circula por mis venas; sangre legítima de los Borbones y Austria, que hicieron grande y señora del mundo a la Patria querida llevando como enseña pregonera de sus triunfos el símbolo redentor de la Cruz.

Lo juré hace dos días ante la Virgen que ha presidido la grandiosa manifestación de la lealtad tradicionalista que acaba de realizarse, lo juré de nuevo al pisar esta tarde tierra española, tierra que tanto amo y que deseo cubra mis cenizas.

Las nobles damas que iniciaron la viril protesta contra el Decreto de la Doctrina; los caballeros de las Órdenes militares que, arrostrando las iras del Gobierno, han censurado esa lamentable disposición; el gran pueblo católico ultrajado, reciban mi saludo y felicitación más entusiasta.

A su lado estoy y al frente de ellos estaré, para vencer o para morir, cuando el interés supremo de la Religión y de la Patria lo exijan.

JAIME

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