lunes, 9 de marzo de 2009
CARTAS DE DESPEDIDA DE UN MÁRTIR DE LA TRADICIÓN
En un artículo anterior ya hablamos sobre la persona de Josep Alabart Fábregas. En él hacíamos referencia a las cartas que remitió a su familia desde la prisión de Tarragona, Casa de Pilatos. Agradecemos a su viuda e hijo el habérnoslas facilitado para que puedan dar testimonio de la grandeza de espíritu de aquellos mártires.
Cristóbal Castán
1) Carta dirigida a su esposa e hijo
Tarragona, 21 de julio de 1936.-
Sra. Dª Magdalena Guarí.
Esposa mía: La noche del domingo me detuvo la policía de esta ciudad como supuesto complicado en el actual Movimiento.
Yo estoy tranquilo, fuerte y resignado y plenamente confiado en Dios Nuestro Señor. Tú, ahora más que nunca, debes tener tranquilidad y serenidad de ánimo, y confianza en mí, que con ayuda de Dios, saldré bien y con gloria de todos los peligros. No temas nada, ni te inquietes, ten valor, amada esposa mía. Entrégate a Dios completamente. Él es bueno y cuando nos envía una adversidad lo hace por nuestro bien. Siempre debemos aceptar las adversidades como enviadas de Él.
Yo tengo gran tranquilidad de conciencia porque he cumplido con mi deber. El tuyo en esta ocasión consiste en saber resignarte y confiar en Dios. Por nuestro hijito debes hacerlo. No te disgustes porque eso sería en perjuicio de él.
Te amo, Magdalena mía hoy más que nunca. Estos muros que hoy me privan momentáneamente (tal vez unos pocos días) de verte y hablarte, me afirman más en tu amor y me hacen comprender cuanto vale tu feliz compañía.
¿Qué hace nuestro hijito? ¿Le quieres mucho? ¿Le dices muchas cosas? Yo hablo con él continuamente. Me hago la feliz ilusión de que le veo en tus brazos. Dale mis besos, y le dices que su padre realizará para su felicidad toda clase de sacrificios.
Los momentos son difíciles pero no imposibles; después de esta dura prueba a que Dios somete a nuestra amada España, vendrán tiempos buenos y felices para nuestra Patria y para todos.
Mi amadísima madre que soporte esta nueva penita con cristiana resignación.
Todos tened serenidad. No lloréis, porque no os conviene; y no hay motivo alguno para llorar, antes bien, para estar contentos, pues una madre y una esposa deben estar satisfechas de que su hijo y sus esposo cumpla con su deber. Ahora yo he cumplido con el mío y Dios me premiará debidamente.
Suceda lo que suceda pocos días estaré privado de vuestra compañía, Dios mediante. Por consiguiente, no hay nada que asustarse ni alarmarse.
Nada os faltará de lo que necesitareis.
Magdalena, perdóname si el otro día te ofendí. Bien sabes que te amo siempre.
Ayer, día 20, se cumplió un año de nuestro casamiento, mucho pensé en ti y recé por ti y por nuestro hijito.
Yo me encuentro bien y me han instalado en la mejor dependencia de la cárcel. Somos bastantes los carlistas detenidos y pasamos bien el rato. Por mi estado no te preocupes. Tú, cuídate mucho.
Te aconsejo y ruego encarecidamente que no vayas a Pinell. Allí estos días correrías peligros. Dejemos pasar esta tormenta, y luego podrás ir. Ya comprenderás que ahora sería peligroso.
Repito que tengas buen ánimo y no te intranquilices.
Reza mucho por mí y por nuestro hijito.
Mañana, día de tu Santo, encomiéndate a Santa Magdalena y ten la seguridad de que yo pensaré en ti y rezaré por ti. No lo podremos pasar juntos, pero mi alma estará contigo.
Ahora más que nunca continuo fiel a mis ideales. Lo mismo debes hacer tú. Tengo muchas cosas que contarte. Creo que podré decírtelas de palabra muy pronto.
Cada momento que pasa soy más optimista. No puedo decirte ahora más por razones que comprenderás.
Adiós hija mía, hasta muy pronto. Alegra tu corazón. Encomiéndate a Dios.
Besos, muchos besos a nuestro hijito. Un abrazo de tu esposo.- JOSÉ.-
Madre, no se atribule y nada temáis. Estoy bien. No os alarméis. No lloréis, pues ciertamente no hay motivo para llorar. Consolad a Magdalena. Infundidle ánimos. Nada ha de pasar.
Adiós.
Abrazos.
Abrazos a Antonia.
(Esta carta se recibió en Garcia, el 25 de septiembre de 1936, dos meses después del asesinato de Josep)
2) Carta de despedida a su esposa e hijo.
“Tarragona, 24 de julio de 1936.-
Sra. Magdalena Guarí Amposta
Garcia.-
Esposa mía:
Los momentos son graves y peligrosos. Dios solo sabe lo que puede suceder. Te escribo en momentos de angustia, pero no imposibles. Por si acaso Dios se sirviera disponer de mi vida, yo ya le hice ofrecimiento de ella, pues suya es, y Él quiera que contribuya a la salvación de España. Sólo por ti y por nuestro hijito sentiría perderla. Pero cúmplase su Santa Voluntad.
En estos instantes de dura prueba, siento que mis ideales se hacen más fuertes y comprendo todavía mejor que solo ellos pueden salvar a nuestra amada Patria. Educa a nuestro hijito en nuestras ideas, especialmente forma y modela su alma en nuestras creencias religiosas. Esto es lo más importante. Esta es la mejor y más valiosa herencia que le podemos dejar. Haz que sea hombre de carácter.
Y tú, esposa mía, amadísima Magdalena, no tengas otra norma de conducta que nuestros principios religiosos. Reza y confía a Dios todas las cosas y tus penas, seas muy buena y muy cristiana.
Yo con toda el alma, te pido me perdones las ofensas que te hice. Pero ya sabes que te amaba y te amo. Perdóname también mis defectos. También pido perdón a tu madre y a toda tu familia. Y a todos los que haya ofendido pido humildemente perdón. Yo perdono sinceramente a los que me ofendieron.
Aunque las circunstancias son bastante difíciles, no he perdido la serenidad y tengo gran fe y confianza en Dios Nuestro Señor. Él me protegerá y querrá que no suceda nada malo. Y tengo la seguridad de que si yo muriese, a ti y a nuestro hijito os protegerá eficazmente y os llenará de bendiciones.
Debes ser fuerte y llevar los contratiempos con santa resignación.
Estoy bien preparado para la muerte. Confesé hace unos días. Conmigo está detenido un sacerdote y volveré a confesarme. Dios, si muero me llevará consigo al Cielo. Desde allí rogaré por vosotros.
Ama siempre a mi buena madre y a mis hermanos. Pido perdón a mi hermano Jaime y ruego a Dios por él. Yo le perdono.
A todos os amo, y no puedo explicar en estos momentos, cuanto pienso en vosotros.
Sabed conformaros con la suerte que Dios me tenga destinada y sed animosos.
Yo esta vez he cumplido con mi deber. Siento y me arrepiento de que otras veces no supe cumplir con mis deberes.
Adiós, hija mía, amadísima esposa, amado hijo Jaime, no lloréis mi muerte, antes bien alegraos de tener un esposo, un padre, un hijo, un hermano en el Cielo.
Perdóname si os di malos ejemplos, mirad y tengáis, tened siempre en cuenta, siempre, este mi último ejemplo: el dar la vida por Dios y por España. Que mi hijo siga este ejemplo.
No sé cómo despedirme de ti, amada Magdalena, pero no quiero que continúes leyendo y derramando lágrimas.
Un último encargo: que tu vida sea siempre cristiana.
Lo poco que tengo te lo cedo a ti. Lo único que siento es no poder pagar mis deudas.
Adiós Magdalena. Él esté siempre contigo y con mi hijo.
Besos a nuestro hijito, un abrazo fuerte, muy fuerte de tu esposo.
JOSÉ.-
3) Carta de despedida a su madre y hermana
Amadísima madre y hermana Sofía: Si muero, no lloréis. Resignaos con la voluntad de Dios. Él os amparará y proveerá. Consolad a mi buena esposa. Perdonad las muchas ofensas que os hice. Ya sabéis cuanto os amé siempre. Si muero podéis estar seguros que estoy en el Cielo. Para vos, amadísima madre mía, debe ser un honor el tener un hijo que ha sabido morir por Dios y por España.
Confesé hace pocos días. Hoy volveré a confesarme. Estoy preparado para unirme con mi santo padre. Desde el Cielo velaremos por vosotras. Mis hermanos que tengan resignación cristiana, que sean muy buenos y que eduquen a mis amadísimos sobrinos en nuestra santa Religión.
Yo pido perdón a mi hermano Jaime y le perdono.
Un abrazo fuerte a mis hermanos, a mis sobrinos, a nuestros parientes, a mis amigos. También a los de Tivissa.
Y tú, hermana Sofía, y usted, buena madre mía, un abrazo muy fuerte.- JOSÉ
Tarragona, Castillo de Pilatos, 24 de julio de 1936.-
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