viernes, 7 de octubre de 2011

7 DE OCTUBRE DE 1936: EL ASESINATO DE OCHO CARLISTAS DE BENICARLÓ (y II)


Ricardo Cortina Campos.- 1920-1936. Conocido como “Ricardet”. Procedía de la Casa de Misericordia de Barcelona. Fue adoptado por una familia de Benicarló. Trabajaba como mecánico y jornalero y era miembro de la Comunión Tradicionalista.
Su detención se produjo el 6 de octubre de 1936 en su casa de la calle San Valero nº 12. Fue asesinado en la madrugada del día siguiente, junto a los demás vecinos de Benicarló, en Sagunto. Contaba con tan solo 15 años de edad, siendo una de las víctimas más jóvenes de la represión en la retaguardia valenciana. Fue enterrado en Benicarló el 22 de agosto de 1939.
Vicente Luís Jovaní Marín.- 1878-1936. Nacido en San Mateo (Castellón) aunque avecindado en Benicarló. Pequeño industrial autónomo y hombre de profundas convicciones católicas y militante carlista. Casado con Vicenta Ávila, tuvieron cuatro hijos: Vicente, Joaquín, María y Fernando; los dos primeros fueron asesinados en Montcada i Reixac (Barcelona), mientras que Fernando – destacado dirigente de las Juventudes Carlistas a nivel comarcal – fue duramente perseguido por las milicias revolucionarias con la intención de asesinarle. Esta circunstancia será, como veremos, la que desencadenará la muerte de su padre. Siguiendo el relato que dejó escrito su hijo Fernando, los acontecimientos que desembocaron en su asesinato se produjeron de la siguiente manera: “En agosto de 1936, el Comité se incautó de nuestra vivienda adosada a la industria almazara de aceite y nos tuvimos que trasladar a una casita de labradores a unos doscientos metros del molino. El día 6 de octubre vino una señora amiga para advertirme que varios amigos míos estaban detenidos en las dependencias de lo que había sido Cuartel de la Guardia Civil y que era muy posible que vinieran también por mí. Estábamos en casa mi madre, mi hermana y mi cuñada con los niños. No estaba mi padre, protagonista de este relato. Pasaron pocos minutos cuando vimos venir por el camino de entrada a dos milicianos, armados con fusiles, decididamente hacia nuestra casa. Sin pensarlo me escapé por la parte trasera que daba a un frondoso maizal. Segundos después entraban por esa misma puerta trasera dos milicianos más, armados de fusiles, sin que, incomprensiblemente, se dieran cuenta de mi fuga. Los cuatro forajidos increparon de malas maneras a mi madre y hermanas. Registraron minuciosamente toda la casa y al fin, muy contrariados, se marcharon. Mientras tanto, yo llegaba a un monte cercano, donde tenemos una pequeña parcela de algarrobos y en ella una barraca de caza en la que me cobijé. Por la noche vino mi padre, con alguna comida, dinero y ropa. Me animó a huir; que no me diera por vencido. Un emocionado abrazo fue nuestra despedida para siempre. Muy entrada la noche, los milicianos volvieron a las andadas y se quedaron custodiando la casa, sin dejar salir a nadie, esperando que yo volviera. Cuando llegó mi padre lo detuvieron, instándole a que les dijera dónde estaba yo, amenazándole de muerte si no lo decía, y brindándole la libertad si lo decía. Como no consiguieron doblegarle, se lo llevaron preso al Cuartel, donde tenían detenidos once señores más. Debieron pasar muy pocas horas; después los montaron a un camión con muchos milicianos armados y los fusilaron a las afueras de Sagunto dejándoles tendidos en la cuneta. Al amanecer, los vecinos más madrugadores se dieron cuenta del bochornoso espectáculo y lo hicieron saber a las autoridades; éstas ordenaron al sepulturero que los retirara. Fueron sepultados en el cementerio en una fosa abierta expresamente para ellos doce, y con mucha cal viva encima, la cual nos facilitó su identificación por los familiares, después de terminada la guerra. Siguiendo las normas de Sanidad los fuimos depositando cada uno en un primer ataúd de zinc y herméticamente soldado con estaño y después en otro de madera.
Organizamos una caravana de coches hasta Benicarló; y en el Colegio de La Salle, en su capilla, se instaló la capilla ardiente. Toda la noche fue desfilando muchísima gente. Al día siguiente en la Iglesia Parroquial se celebraron solemnes funerales, presididos por las autoridades con asistencia de todo el pueblo. Los familiares de cada mártir se hicieron cargo y los enterraron en los nichos de la familia, donde reposan.”
Fue asesinado el día de su cumpleaños, a los 58 años. Fue enterrado en Benicarló el 22 de agosto de 1939.
Pascual Pitarch Castillo.- 1915-1936. (A) Controns. Natural de Benicarló. Labrador, soltero. Fue una persona muy religiosa que destacaba por su gran fe, bondad y rectitud. Era miembro activo de la Adoración Nocturna y militante de la Comunión Tradicionalista, participando de las actividades del Círculo Carlista benicarlando.
 El día que fue detenido era el domingo 4 de octubre. Se encontraba en la casa de campo de la familia junto a sus madre y unos vecino cuando su padre le comunicó que milicianos del comité, uno de ellos compañero de estudios en el colegio de los Hermanos de La Salle,  habían ido a buscarle a casa por una denuncia de un vecino suyo del camí Alcalà nº 59 y que le ordenaban que se presentara ante ellos. Confiado en su inocencia se presentó, siendo detenido y encerrado en el antiguo convento de San Francisco. De su encierro saldría junto a otros vecinos para ser asesinado en Sagunto el 7 de octubre de 1936,  a los 21 años de edad. Al día siguiente, su madre y su hermana pequeña Cinta acudieron a llevarle una manta, la misma que usaba en los turnos de la Adoración Nocturna. Al inquirir sobre su paradero un dirigente del Comité, les contestó que “había sido incorporado al ejército de la República en el frente de Teruel”. Sus restos reposaron hasta 1939 en el cementerio de Sagunto, sus familiares le reconocieron por las alpargatas que llevaba puestas. El 22 de agosto de 1939 fue enterrado en el cementerio de Benicarló.
Miguel Pitarch Ferrer.- 1914-1936. Natural de Benicarló. Panadero, soltero. Por su carácter alegre y extrovertido era conocido por la vecindad como “La loca panadera”. Como recuerdan los que fueron sus vecinos, era un joven alto que destacaba por su afabilidad y bondad y por la gran boina con la que cubría su cabeza. Tenía una novia formal, Remedios Pitarch, ambos entusiastas carlistas y militantes de la Comunión Tradicionalista. Ocupó una vocalía en la Junta Local Carlista. Pertenecía a la Adoración Nocturna.
A finales de julio de 1936 fue detenido, junto a un amigo por despedirse con un "¡adiós!" en vez de  con el preceptivo y revolucionario "¡salud"!, siendo puesto en libertad a los pocos días. Pero el 7 de octubre, fue nuevamente detenido en su casa de la calle San Francisco nº 41. Su novia Remedios le llevó al antiguo convento de Franciscanos una manta y algo de comida. Con ella se preparó para morir rezando el acto de contricción, convencido de que en poco tiempo sería asesinado, ya que la madrugada  anterior se habían llevado a doce benicarlandos para asesinarles. Se despidió de ella con un beso, y con gran serenidad le dijo “cuando esté ante el piquete de ejecución gritaré ¡Viva Cristo Rey!”. La misma noche del 7 de octubre, fue sacado de la prisión del Comité en camión, trasladándolo después en coche hasta el río San Miguel, entre Alcalà de Xivert y Torreblanca, y fusilado. Su cuerpo apareció en el cementerio de Alcalà.
A los 75 años de su martirio sirvan estas líneas para rendirles nuestro más sentido homenaje.

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